miércoles, 14 de marzo de 2018

Paz después de Lágrimas

La Virgen de la Paz, en el estudio de su autor, el día de su entrega
a la comisión de la Hermandad de la Borriquita desplazada a Sevilla
Tiempo de Cuaresma (XXIX)
Paz después de Lágrimas

La marcha de la Cofradía de los Estudiantes a la iglesia de la Merced el 31 de marzo de 1980 no sólo dejó un vacío sentimental en el barrio de Belén y San Roque, sino también un vacío físico en la iglesia parroquial, donde había recibido culto durante dieciséis años la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas. Aquel Lunes Santo, cuando la puerta del templo se cerró tras la salida de la cofradía, el frío altar que habían compartido Jesús en su Entrada en Jerusalén, borrica incluida, Nuestra Señora de las Lágrimas y María Magdalena quedó más frío que nunca, que ya era difícil, pues era poco más que un aditamento de mármol con tres poyetes situado a la izquierda de la entrada del templo; ni tan siquiera en un lugar de cierta preferencia.
Pese a ello, la parroquia de Belén y San roque echó de menos a la Dolorosa estudiantil, a la que muchas devotos iban a rezarle y a encomendarse en su rincón casi de olvido.
La ausencia de una imagen de Virgen Dolorosa en aquel templo se prolongó durante doce años, hasta que el Domingo de Ramos de 1992 salió en procesión, por primera vez, María Santísima de la Paz, talla dolorosa, aunque "de expresión dulce" que la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén había convertido en su titular.
Antonio Dubé da unos retoques finales
a la policromía de la imagen
La imagen había sido encargada el 16 de marzo de 1991 al imaginero sevillano Antonio Joaquín Dubé de Luque, el mismo que más tarde haría la nueva talla de Jesús entrando en Jerusalén, como ya vimos hace unos días.
El contrato fue firmado por el imaginero y Alberto Sánchez Estrella, como gobernador de la Cofradía de la Borriquita, el mismo que seis años antes había intentado la hechura de un misterio de la Santa Cena al que, como ayer quedó reflejado en este blog, el párroco no dio su beneplácito alegando que el misterio no cabía en la iglesia y que la realización de nuevas imágenes no era una prioridad para las cofradías.
En el documento, ambas partes convienen una serie de pormenores, como que la imagen fuera entregada "a ser posible antes de la Navidad del corriente año, o en todo caso, salvo imponderables, de la Cuaresma de 1992". Asimismo se especificaba que "la imagen de la Santísima Virgen tendrá una expresión dulce, no dolorosa, con algo de tristeza en el semblante". De hecho, la imagen sólo tiene una lágrima en su rostro.
Antonio Dubé de Luque talló la imagen conforme a su reconocida manera de hacer, con reminiscencias propias de las obras de Juan de Astorga, en el siglo XIX, si bien incorporándole los grafismos artísticos que le son propios, incluidos los ojos de talla pintados de un color vivo, en este caso el verde esmeralda, un detalle que distingue a María Santísima de la Paz entre el resto de las Dolorosas que recorren las calles de la ciudad de Jaén en Semana Santa.

© José L. García


El autor de la imagen muestra el efecto que adquieren los ojos verde
esmeralda de la Virgen de la Paz con el reflejo de la candelería


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