sábado, 24 de marzo de 2018

Una misma mano para dos Crucificados

El Cristo de las Misericordias se ha mantenido
tal y como fue concebido en el siglo XVI
El Cristo de Burgos fue alterado en el siglo
XIX, cuando se le colocó un falso sudario





















Tiempo de Cuaresma (XXXIX)
Una misma mano para dos Crucificados

Un día de marzo de 1987, hace treinta y un años, el Cristo de las Misericordias, titular de la Cofradía de los Estudiantes de Jaén, salió de la orfandad de autor en la que había estado sumido durante siglos para contar, al menos, con una atribución fiable que lo situara en el contexto de la Historia del Arte. Fue el catedrático vallisoletano afincado en Sevilla Jesús Miguel Palomero quien, por primera vez, se atrevió a dar un nombre que orientara de alguna manera hacia la autoría de tan soberbia imagen. Y lo hizo prácticamente sin dudar, apenas comenzó a ver las fotografías que habían sido desplegadas sobre el escritorio de su laboratorio en la Universidad de Sevilla. En aquel instante, el catedrático situó al Cristo de las Misericordias a la altura del sevillano Cristo de Burgos, al considerar que el autor de ambos podría ser el mismo, el abulense Juan Bautista Vázquez "el Viejo", artista que recaló en Sevilla tras formarse en Castilla y dejar la impronta de su trabajo fundamentalmente en la provincia de Toledo, Catedral incluida.
Cristo de Burgos, Sevilla
Para Jesús Miguel Palomero, que un año más tarde ratificaría la atribución al contemplar personalmente al Crucificado en su capilla del Real Monasterio de Santa Clara, el  Cristo de las Misericordias podría ser fechado entre 1570 y 1575, o sea coetáneo del Cristo de Burgos de Sevilla, que es de 1573.
Ambas imágenes guardan una gran similitud morfológica, de policromía e incluso constructiva a la hora de realizar ciertos ensambles, como los de los brazos, si bien el Crucificado de Jaén se aproxima a los llamados "de chuleta", probablemente porque fue concebido para presidir un oratorio, más que un retablo.
Es más, el profesor Palomero fue más allá al considerar que se trata de un Cristo del Renacimiento que conserva elementos góticos, lo que atribuye a que pudo ser encargado expresamente así para recordar algún Cristo al que el cliente del escultor tuviera especial devoción, cosa por otra parte muy habitual en los contratos de la época y aun en encargos posteriores.

Cristo de las Misericordias, Jaén
Por otra parte, el Cristo de Burgos ha sufrido transformaciones sustanciales a lo largo de los siglos, como reveló su última gran restauración. De hecho, todo el sudario le fue modificado en el siglo XIX imitando los propios del barroco, un tiempo posterior a la hechura de la imagen. Tal reforma impide conocer cómo era el original y si podía ser semejante al del Cristo de las Misericordias. Del mismo modo, el pelo también le fue sustituido por uno de estopa, lo que hace sospechar que el Crucificado de Burgos pudo tener una corona tallada como el jiennense. Cabe recordar que en el siglo XVIII y a principios del XIX era habitual desmochar los sudarios para colocar un faldellín de tela que cubriera más las piernas, y las coronas talladas en la cabeza, para colocar una peluca natural que no desproporcionara el volumen de la cabeza.
En este sentido, el Cristo de las Misericordias, al recibir culto en un convento de clausura, no sufrió ninguna de esas transformaciones, lo que le otorga el valor añadido de que conserva toda la pureza que le imprimió el artista de cuyas manos salió.

© José L. García


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