miércoles, 28 de febrero de 2018

La pierna yacente de Unguetti


Tiempo de Cuaresma (XV)
La pierna yacente de Unguetti

A finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, en 1959, la Cofradía de la Soledad acordó la hechura de una imagen de Cristo Yacente con la que mantener la tradición cultual que tuvo desde sus inicios. La nueva talla, "sugerida" por el obispo Romero Mengíbar,  le fue encargada a Constantino Unguetti Alamo (1923-2015), un escultor natural de Castellar que había desarrollado prácticamente toda su vida profesional en Jaén, donde llegó a ser, entre otras cosas, restaurador del Museo Provincial de Bellas Artes y posteriormente responsable del Museo de Arte y Costumbres Populares, de cuya organización se hizo cargo desde el primer momento.
El nombre de Unguetti (Unghetti, según grafía más moderna) sonaba ya dentro del mundo cofrade jiennense, pues había restaurado el Cristo de la Humildad y reformado la imagen de Jesús Resucitado, de ahí que la Cofradía de la Soledad le hiciera el encargo del nuevo Yacente que debía alternar en su salida procesional con el de la Hermandad del Santo Sepulcro, según la concordia firmada de antiguo entre ambas.
Constantino, que también restauró más tarde la imagen de Nuestro Padre Jesús, trabajo del que me permitió ser testigo, y las del Cirineo, San Juan y la Verónica, se puso manos a la obra y buscó su inspiración en el Yacente de Gregorio Fernández. Él mismo diría: "He pretendido hacer una imagen de Cristo Yacente ajustándome en todo a lo tradicional de nuestra imaginería española y poniendo en mi obra toda mi alma de cristiano".
La verdad es que Constantino Unguetti puso en el Cristo Yacente algo más que su alma, ya que, según gustaba confesar, el modelado de la imagen se le resistió en algunos aspectos. Tal ocurrió con las piernas, cuyo modelado no acababa de lograr. Y en busca de una solución para el problema, el artista optó por sacar un molde de una de sus piernas para hacer el correspondiente vaciado y trasladarlo luego a la madera. Con su entrañable humor, él siempre contaba que, al poner en práctica aquella idea, no tuvo en cuenta que debía ponerse algún tipo de aceite en la pierna antes de aplicar el yeso, con lo que, además del molde buscado, lo que consiguió fue una inesperada depilación de la que nunca se olvidó.
Terminada la obra, Francisco Cerezo Moreno se encargó de aplicar la policromía. El resultado fue un Cristo Yacente en el que destaca al movimiento de la mano derecha, caída sobre el sudario, y la expresión de su rostro, en el que Unguetti decía que quiso representar "el momento de soledad que sufre Cristo, en el que no tuvo una mano piadosa que terminara de cerrar los ojos para que dulcificara su expresión de dolor".

martes, 27 de febrero de 2018

El primer boletín

Primer número del Boletín de los Estudiantes, una publicación pionera en las de su clase

Tiempo de Cuaresma (XIV)
El primer boletín

En febrero de 1982, hace ahora justo treinta y seis años, antes de que la Semana Santa se hubiera convertido en un fenómeno de masas sin fronteras, la Cofradía de los Estudiantes se subía al carro de los pioneros y ponía en la calle su primer boletín de información. Hoy en día, cuando el Boletín de los Estudiantes y el de otras muchas cofradías son ejemplo de buen hacer, maquetación cuidada y gran despliegue gráfico, aquel humilde boletín parece fuera de contexto. Pero nada hay más lejos de eso, porque hoy, más de cinco lustros después, a aquellas humildes cuatro carillas de un folio doblado por la mitad y tirado a fotocopia hay que reconocerle haber sido la semilla de la que surgieron otros muchos boletines, algunos de tanta significación como el de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús, que todavía tardó cinco años en aparecer. 
Aquel humilde boletín que se adelantaba a los tiempos no tenía portada a color, pero bastaba con que reprodujese el rostro del Santísimo Cristo de las Misericordias en blanco y negro, o en negro y amarillo, porque tal era el color del papel utilizado. La imagen elegida era un dibujo al carboncillo que tres años antes había hecho Viscarré, un dibujante que permaneció varias horas sentado en una silla sobre la mesa del paso del Cristo de los Estudiantes, en la iglesia de Belén y San Roque, hasta que consiguió trasladar al papel el rostro del Crucificado, que aquel día ya había sido colocado sobre el paso de Canales..
En su interior, el primer número del Boletín de los Estudiantes incluía unas palabras del párroco, un saludo del gobernador (lo siento por los puristas) de la cofradía, entonces José Luis Calatayud Lerma, que hacía una breve semblanza de la historia de la Cofradía, y unos breves anuncios de interés general que, bajo la relación completa de los miembros que en ese momento formaban la Junta de Gobierno, anunciaban que el paso de la Virgen de las Lágrimas volvería a llevar costaleros ese mismo año; unos costaleros que se pretendía que fuesen, en su mayor parte, vecinos del barrio de La Merced, al que se había trasladado la Cofradía de los Estudiantes en 1980, hace ya casi cuatro décadas.

En la Cuaresma de 1991, el Boletín de los Estudiantes iniciaba su segunda
época, esta vez a color

lunes, 26 de febrero de 2018

Cuando lo sencillo se hace complicado


Nuestro Padre Jesús de la Caída conforme fue
concebido por Emilio Navas-Parejo en 1956

El Nazareno, sobrevestido con una túnica que deja
al descubierto parte de la espalda y los hombros


Tiempo de Cuaresma (XIII)
Cuando lo sencillo se hace complicado

En 1956, la Cofradía de la Clemencia sustituyó la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Caída, que siete años antes había realizado Josefina Cuesta y modificado Rubio Vernia, por otra de igual modelo iconográfico, también donada por el director de Radio Jaén, Francisco González Quero. Su autor fue Emilio Navas-Parejo Jiménez (1911-1979), que la labró siguiendo la tradición escultórica de la escuela granadina del momento, a la que pertenecía el artista, como lo había hecho su padre, José Navas-Parejo Pérez. Bajo tales cánones, el Nazareno había sido concebido para no ser sobrevestido, lo que permitía contemplar su delicada policromía, de incuestionables rasgos granadinos. Sin embargo, las sucesivas juntas de gobierno de la cofradía, casi hasta nuestros días, han mantenido criterios dispares sobre la imagen y, más que en cuanto a las vestiduras, en cuanto a si el Nazareno debía ir en el paso solo o acompañado.
De tal manera, durante casi tres décadas, los cambios en la iconografía del paso han sido continuos. Así, de ir en solitario, el Nazareno de la Caída pasó a ir acompañado por uno de los sayones que la Vera Cruz salvó de la guerra civil, una imagen procedente el desaparecido paso del Prendimiento a la que se fueron cambiando los ropajes un año sí y otro también, pasando de ir vestido a la usanza de un cirineo a llevar ropas de soldado romano. El modelado del sayón obligaba a que fuese colocado en el paso de la Caída portando una cuerda con la que se ataba por la cintura al Cristo, cuyo plano de colocación debía ser alterado para armonizar el conjunto, siquiera mínimamente.
Pasado el tiempo, al filo del siglo XXI, en 1996, el sayón fue suprimido y su lugar lo ocupó, en 2000, otro sayón de nueva hechura, obra de Miguel Tirao, que en este caso llevaba en la mano un látigo. La imagen no gustó y fue suprimida posteriormente, 
Nuestro Padre Jesús de la Caída volvió entonces a ir solo en el paso y así sigue, si bien continúa sobrevestido con túnicas que dejan al aire gran parte de los hombros y de la espalda, en un intento de seguir mostrando buena parte de su sencilla y efectiva policromía, aunque los ropajes tallados con que Emilio Navas-Parejo lo dotó continúan ocultos a la vista.

Nuestro Padre Jesús de la Caída, con túnica blanca en una
imagen de 2015

El sayón de la Vera Cruz acompaña al Señor de la Caída,
entonces provisto de una cruz inspirada en la de Nuestro Padre
Jesús Nazareno. La fotografía es de 1993

El sayón de Tirao, de corta vida en el
paso de Nuestro Padre Jesús de la Caída

domingo, 25 de febrero de 2018

Treinta años de Imaginería procesional en Jaén

Los angelitos que acompañan a la Virgen de las Angustias ocuparon la portada del libro


Tiempo de Cuaresma (XII)
Treinta años de Imaginería procesional en Jaén

Fue un intento de poner algo de orden y otro tanto de claridad en el convulso mundo de la historia y el arte de las cofradías de Jaén en la década de los años ochenta del pasado siglo. Y este año se cumplen ya treinta de aquel proyecto ilusionante que emprendimos el catedrático de Historia del Arte Jesús Miguel Palomero Páramo y yo mismo. Con nuestro libro Imaginería procesional en Jaén no pretendimos otra cosa que darle una nueva perspectiva a lo que ya era más o menos conocido, aunque fueron muchas las cosas que en el libro aportamos después de mucho trabajo de documentación y también de campo, estudiando imagen por imagen. Sobre todo, aportamos claridad en las cuestiones artísticas relacionadas con la imaginería de Jaén. Hasta entonces habían aparecido cosas sueltas y trabajos de escaso recorrido, casi artesanales, que creímos, y seguimos creyendo, era preciso clarificar y ordenar. Por eso, Jesús Palomero mantuvo en el libro dedicado a Jaén el modelo de los dos que ya había hecho sobre la imaginería sevillana: fichas y datos, sin florituras innecesarias y, sobre todo, con el firme propósito de separar el grano de la paja, las leyendas de lo real, lo documentado de las meras atribuciones, sin que ello significara silenciarlas. El libro fue publicado, cosa curiosa, por el Consejo de Cofradías de Sevilla, cuyo Boletín de las Cofradías comenzaba a interpretar la Semana Santa como algo global y no como algo meramente local. La iniciativa quedó más tarde en un mero artificio. La verdad es que antes de recurrir al Consejo de Cofradías de Sevilla negociamos con la Caja de Ahorros de Córdoba, e incluso llegamos a disponer de un contrato, pero la entidad cordobesa se echó atrás en el último minuto aduciendo razones de escasa solidez tras las cuales siempre pensamos que había motivos espurios que ahora, treinta años más tarde, tampoco viene a cuento airear. 
De cualquier manera, el libro se hizo; de otra manera, pero se hizo. Vio la luz en 1988 y tuvo una doble presentación. De una parte, fue presentado en Jaén, en un acto presidido por el  alcalde José María de la Torre y en el que estuvo presente el presidente de la Agrupación de Cofradías, Angel Muñoz Maldonado. También se presentó en Sevilla, en la sede de la Casa de Jaén. El presentador en este caso fue el entonces delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Garrido Avila.

Presentación del libro en Jaén. De izquierda a derecha, Antonio Silva, director
del Boletín de las Cofradías de Sevilla; José Luis García; José María de la
Torre; Angel Muñoz Maldonado y Jesús Miguel Palomero Páramo

sábado, 24 de febrero de 2018

El trono de Juan, el carpintero

El primer trono propio de los Estudiantes se estrenó en 1949 y fue
ejecutado por el carpintero que colaboraba con la cofradía, Juan Peragón. 
La imagen, de José Carlos Barranco, es de 1955

Tiempo de Cuaresma (XI)
El trono de Juan, el carpintero

Los comienzos nunca han sido fáciles, eso es cierto, pero no lo es menos que la fuerza arrolladora de la juventud, sobre todo cuando a ésta se le suman las ganas de triunfar, es capaz de llevar a buen puerto cualquier iniciativa. Ejemplo de ello, al menos en el terreno al que estos días cuaresmales se dedica este blog, ha sido la Cofradía de los Estudiantes, capaz de surgir y resurgir hasta convertirse en lo que hoy es, una de las más señeras de la Semana Santa de Jaén. Y viene esta disquisición al hilo de las imágenes que ilustran estas líneas. Me las envía el pequeño nazareno que aparece en ellas, José Carlos Barranco Moreno, médico jiennense residente en Sevilla cuyos primeros años estuvieron marcados por la Cofradía de de los Estudiantes, en la que contaba con el "boletín de enganche" de su tío Ezequiel Moreno Muñoz, hermano mayor del Cristo de las Misericordias a partir de 1948, año en que se encargó el primer trono propio que tuvo el Crucificado (perdón a los puristas por lo de trono, pero entonces se denominaba así, e incluso "carro", como recogen algunas crónicas de la época). Es el que aparece en las imágenes, una sencilla obra casi de marquetería que realizó el carpintero de la cofradía, Juan Peragón, el mismo que había hecho la nueva cruz del Cristo. Con aquel sencillo trono se ponía fin a dos años de préstamos siempre agradecidos a la Cofradía de la Expiración, que tantas cosas dejó a los Estudiantes en sus primeros años; no en vano su gobernador (de nuevo perdón a los puristas, entonces se titulaba como tal) Cándido Nogales Martínez, figuraba entre los gobernadores honorarios de los Estudiantes. El trono costó cuatro mil pesetas y fue estrenado en la Semana Santa de 1949. Duró más de un lustro (la foto es de 1955) y tras él llegaron otros hasta que Antonio Canales hizo el suyo, sin duda el mejor de cuantos se realizaron en Jaén a caballo de las décadas de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Pero esa es otra historia. Ya hablaré de ella.

El primer trono propio de los Estudiantes también era de reducidas
dimensiones, ya que así lo exigía la puerta de Santa Clara. 


viernes, 23 de febrero de 2018

El Cristo del Amor da la talla

Juan Abascal conservó siempre el modelo original de su Cristo del Amor

Tiempo de Cuaresma (X)
El Cristo del Amor da la talla

En 1960, Rafael Ortega y Sagrista, a través de su hermano Enrique, pone al alcance de la  Cofradía del Cristo de la Expiración al escultor sevillano Juan Abascal Fuentes, de quien ya hemos hablado en este blog. Lo hizo para la restauración del mismísimo Cristo de la Expiración, un trabajo que abrió las puertas de la Semana Santa de Jaén al imaginero hispalense hasta el punto de convertirlo en el más prolífico en su tiempo, ya fuera en restauraciones o en obra de nueva hechura. El cambio en los tiempos ha supuesto, sin embargo, que la Semana Santa de Jaén pierda alguna de las obras de Abascal. Dos de estas han sido las que forman el pasaje del Beso de Judas, en el que el apóstol ejecuta la señal traidora en la persona del Cristo del Amor. Las dos imágenes, de excelente factura,  fueron contratadas el 30 de abril de 1966 por el entonces gobernador de la Cofradía del Perdón, Antonio Donaire Rus, bajo una serie de condiciones que no eran totalmente del gusto del imaginero, más por razones prácticas que artísticas. Por una parte, la cofradía exigía a Abascal que las tallas fueran completas, "totalmente doradas y estofadas siguiendo el estilo de la Imaginería (sic) sevillana", una condición que resultaba extraña cuando tal requerimiento estaba más cerca de la imaginería castellana y granadina que de la sevillana, donde la práctica totalidad de las imágenes procesionales ya eran de vestir.
Con todo, ni esta exigencia ni la de que la policromía, el dorado y el estofado deberían ser de la mano del mismo Abascal supusieron para el artista una contrariedad mayor que la de la cláusula F del contrato, donde se especificaba que "La altura total de las Figuras (sic) será de un metro noventa y cinco centímetros, de pies a cabeza, sin pa (sic) peana de sustentación". En otras palabras, las imágenes superaban los dos metros de altura, lo que unido al volumen que a ello obligaba, si se querían armoniosas y no desproporcionadas, las convertía en dos piezas tan enormes que la posibilidad de que en el futuro fuesen acompañadas en el paso por otras secundarias quedaba totalmente descartada. 
Para la ejecución de las dos tallas, Abascal las modeló previamente en escayola a mitad de su tamaño, para posteriormente duplicar las medidas por el sistema de sacado de puntos. 
El imaginero nunca destruyó los modelados originales, que conservó en su taller hasta el final de sus días, en 2003, doce años después de que la Cofradía decidiera la sustitución de ambas imágenes por otras realizadas por el joven sevillano José Antonio Navarro Arteaga como parte de un misterio que concluyó más tarde con otras cinco figuras.

El Cristo del Amor de Juan Abascal Fuentes fue fue sustituido en 1991


jueves, 22 de febrero de 2018

La Vera Cruz busca titulares

En la imagen de Roselló, el Cristo de la Vera Cruz de Jiménez Martos, 
junto a la Virgen de los Dolores y San Juan. Ninguna de las tallas gustó 
las tres fueron sustituidas

Tiempo de Cuaresma (IX)
La Vera Cruz busca titulares

Destruidos todos sus titulares durante la guerra civil, la Congregación de la Vera Cruz tardó casi una década en volver a consolidar una imaginería definitiva. Los intentos fueron varios e incluso repetidos en el caso de la Virgen de los Dolores, el Cristo de la Vera Cruz, el Señor Preso, la Oración en el Huerto y San Juan, o fracasados, como ocurrió con la Sentencia y la Flagelación, que sencillamente desaparecieron de "las siete escuadras". Curiosamente, de los titulares actuales, el primero en llegar fue Jesús Preso, obra de Ramón Mateu Montesinos, en 1943, que sustituyó a un Cristo de Medinaceli. Por entonces, la Congregación había adquirido una Virgen de los Dolores y el Cristo de la Vera Cruz, realizado por el escultor Jiménez Martos en su taller de Torredonjimeno. La primera fue sustituida en 1948 y el Cristo, dos años más tarde. Las dos imágenes compartieron altar y dosel en la iglesia de San Ildefonso y ninguna de ellas acabó de gustar. Es más, en el caso del Cristo, Rafael Ortega y Sagrista llegó a decir que su policromía había torcido de manera tal que adquirió "un color de cántaro muy feo". Ambas imágenes fueron finalmente sustituidas por obras del granadino Domingo Cecilio Sánchez Mesa, que para el Crucificado tomó como modelo el Cristo de la Salvación, luego titulado de la Misericordia, de José de Mora.

Cristo de la Vera Cruz, obra del granadino Domingo Cecilio Sánchez Mesa

miércoles, 21 de febrero de 2018

Aquellas salidas casi acrobáticas

La difícil salida del paso del Cristo de las Misericordias obligaba a contener la
respiración hasta que el Crucificado volvía a quedar afianzado en su soporte
para iniciar el recorrido procesional 

Tiempo de Cuaresma (VIII)
Aquellas salidas casi acrobáticas

Decía el historiador sevillano Juan Carrero que en los últimos tiempos había dado por construir iglesias provistas de una "visera de hormigón" para asegurarse de que por sus puertas no pudiera salir nunca una cofradía. Era la respuesta al incremento exponencial de cofradías, asociaciones y afines en Sevilla y su entorno. En Jaén, por aquel entonces, no se daba esa circunstancia, pero tampoco eran todo facilidades como puede atestiguar a lo largo de su historia la Cofradía de los Estudiantes, a la que han perseguido las salidas dificultosas, cuando no las casi imposibles.
Nada más nacer, como ya quedó dicho en otro punto de este blog, los Estudiantes se vieron obligados a concluir el montaje de los pasos en la calle, o lo que es lo mismo, a incorporar en la vía pública a sus titulares, ya que de otra manera era imposible salir por la puerta del monasterio donde radicaba la cofradía..
Esa puerta y la hechura de un nuevo paso para el Cristo de las Misericordias fueron las razones que llevaron a abandonar el monasterio donde recibe culto el Crucificado titular. Pero aquello fue como salir de Málaga para caer en Malagón. La nueva iglesia, tras un paso breve por la Catedral y la Merced, fue la de Nuestra Señora de Belén y San Roque, donde las dimensiones de la puerta no resolvían precisamente el problema.
Así las cosas, la cofradía tuvo que instalar en el paso del Cristo un sistema abisagrado para que el Crucificado pudiera salir tumbado. Pero no lo hizo como la Vera Cruz, con un sistema mecánico de polea y cable -y eso que éste lo ideó Antonio Delgado, uno de los veteranos de los Estudiantes-, sino con un sistema de sangre, fuerza y maña, además de un par de pértigas con las que, desde abajo, se sujetaba el Cristo a pulso, mientras los costaleros racheaban el paso hasta ganar la calle. El sistema era tan primitivo y peligroso que uno de los miembros de la Junta de Gobierno de la Cofradía tenía que subir cada Lunes Santo a la mesa del paso para ayudar a la maniobra soportando con su propia espalda la cruz del Cristo mientras las pértigas hacía lo demás. Y a la vuelta, claro, más de lo mismo, pero con el cansancio acumulado después de unas cuantas horas de procesión.
Así se anduvo hasta 1980 cuando, por fin, la cofradía se trasladó a la iglesia de la Merced.
Ni que decir tiene que esas salidas "acrobáticas" tuvieron mucho que ver en la búsqueda de una iglesia desde la que los pasos pudieran salir sin riesgo de ninguna clase.


Bajar al Cristo de las Misericordias para salir de la iglesia de Belén
y San Roque requería de tanta fuerza como tesón y destreza

martes, 20 de febrero de 2018

Sebastián Santos, la Vera Cruz y Jaén

La Virgen de los Dolores, en 1990. En 1960, Sebastián
Santos le hizo unas manos nuevas y le repasó el rostro

Tiempo de Cuaresma (VII)
Sebastián Santos, la Vera Cruz y Jaén

A mediados del siglo pasado, algunas cofradías jiennenses habían establecido una sólida relación con los talleres de arte sacro sevillanos, fruto de la que salieron trabajos de distinta índole, desde la construcción y el dorado de pasos a la hechura de nuevas tallas procesionales, pasando por alguna restauración más o menos documentada. Una de estas cofradías fue la de la Vera Cruz, cuyos responsables, con Angel Muñoz Maldonado a la cabeza, sostuvieron una singular relación con el taller de Antonio Sánchez González, entonces en la calle Pureza y luego en Fabié, y no precisamente por su cualificado carácter de dorador, sino porque en aquel entonces Antonio Sánchez era algo parecido a un contratista que recibía los encargos y proponía al artista que debía realizarlos, siempre y cuando no fuera la construcción o el dorado de un paso, trabajo que corría por cuenta suya y de su amplio taller. Claro que en el ámbito de su taller no sólo estaban los tallistas, sino una suerte de artistas que "le trabajaban". Y no es algo nuevo, pues imagineros como Buiza lo hicieron en su día tal y como lo había hecho, siglos atrás, el propio Pedro Roldán con las cartelas de algunos pasos.
Pero esta no es la cuestión. En este caso se trata de Antonio Sánchez y el imaginero Sebastián Santos Rojas, de quien ya hablé de manera sucinta al referirme al San Juan de la Congregación de la Vera Cruz. 
Sebastián Santos es ya un artista consagrado y envidiado por sus policromías en 1960, cuando recibe un doble encargo de Antonio Sánchez. Por un lado, reformar la imagen de San Juan que la Vera Cruz acababa de adquirirle a la Buena Muerte y por otro hacer unas nuevas manos para la Virgen de los Dolores, a la que también debía repasar el rostro.
De ambos encargos hay constancia en la amplia correspondencia epistolar que cruzaron Angel Muñoz Maldonado y Antonio Sánchez durante casi una década, hasta el punto de que el 27 de noviembre de 1960, Sánchez pasa una minuta a la Congregación jiennense con el siguiente texto: "Manos y repaso cara Virgen, 3.500 (pesetas). San Juan, dejarlo madera (sic) dorado y estofado oro fino. Quitarle madera, 9.500".
La cofradía hizo una contraoferta por la reforma del San Juan, rebajando a 8.000 las pesetas a pagar por un trabajo que Muñoz Maldonado pide que no suponga una pérdida de las características de la talla, para que así "no resulte una imagen distinta". Tampoco quiere la Vera Cruz que se le toque el color del manto o la túnica, pero, eso sí, pide que a la cara y las manos se le dé una tonalidad más clara "pues parece que viene de veraneo". En la misma carta, la Congregación acepta el presupuesto para la realización de las manos de la Virgen, que se exige sean articuladas.
La reforma del San Juan la realizó Sebastián Santos en Sevilla, adonde se remitió la imagen a través de una empresa de transportes. Pero tocar a la Virgen era algo muy distinto, hasta el punto de que la Congregación se niega a que la imagen salga de la ciudad. Para ello exige que Sebastián Santos viaje a Jaén y realice allí la sustitución de las manos y el repaso al rostro de la Virgen, obra documentada del granadino Domingo Sánchez Mesa, en 1948.
De la estancia del afamado Sebastián Santos en Jaén hay constancia de que se hospedó en la pensión Madrid y al menos de que por esa fecha la Congregación le hizo llegar, a través de Antonio Sánchez, un cheque de 3.000 pesetas. 

La imagen de San Juan de la Vera Cruz en la actualidad



lunes, 19 de febrero de 2018

El Cristo de las Misericordias, en Jueves Santo

Junto al Cristo de las Misericordias componían el calvario una Dolorosa
que más tarde fue titular de la Cofradía de la Expiración y un San Juan
de Baeza que acabaría en el paso de la Virgen del Mayor Dolor
Tiempo de Cuaresma (VI)
El Cristo de las Misericordias sale en Jueves Santo

La destrucción de prácticamente toda su imaginería durante la guerra civil obligó a la Congregación de la Vera Cruz a improvisar varios años consecutivos un paso en el que figurara Cristo crucificado, al menos hasta que pudiera disponer de nuevos titulares que sustituyeran a los destruidos. 
En uno de aquellos pasos de aluvión figuró en 1941 el Cristo de las Misericordias, que poco más tarde se convertiría en titular de la Cofradía de los Estudiantes. 
Dicen las crónicas que esa procesión de Jueves Santo y la contemplación de tan soberbio Cristo fue el chispazo que animó a un grupo de estudiantes a idear la fundación de una nueva cofradía, cosa que se materializó cinco años más tarde. 
Que el Cristo de las Misericordias causó sensación no es un secreto, pues hasta que fue expoliada durante la guerra civil y trasladada a Cataluña, la imagen permaneció durante siglos en el coro alto del Real Monasterio de Santa Clara, oculta a la vista general. 
El retorno del Cristo a Jaén ese mismo año de 1941 causó el lógico revuelo y tanto fue utilizado para unas misiones diocesanas como para participar aquel Jueves Santo como improvisado "Cristo de la Vera Cruz" en un calvario que también estaba compuesto por una Dolorosa venerada en el convento de San Clemente, más tarde propiedad de Rafael Ortega Sagrista y durante unos años titular de la Cofradía de la Expiración como Virgen de las Siete Palabras, y un San Juan prestado por la iglesia de San Pablo de Baeza, que acabaría acompañando en su paso a la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de la Clemencia.
Precisamente el Cristo de la Clemencia sería el utilizado por la Vera Cruz en 1942 para formar el improvisado calvario, una iniciativa que había comenzado en 1940 con el actual Cristo de la Humildad, por entonces venerado en el convento de San Clemente.

domingo, 18 de febrero de 2018

Aires de Sevilla en Jaén

Juan Abascal, junto al nuevo Cristo del Santo Sepulcro, entregado en 1966

Tiempo de Cuaresma (V)
Aires de Sevilla en Jaén

En 1965, la Congregación del Santo Sepulcro decidió acabar con el sistema de brazos articulados de su Crucificado titular y optó por dejarlos fijos para siempre. El problema que se planteaba era que de esa manera no había forma de colocar al Cristo en la urna del Santo Sepulcro para representar ese pasaje de la Pasión. La alternativa llegó desde Sevilla, ciudad con la que por entonces había algunos escarceos artísticos tales como la construcción y el dorado de nuevos pasos y alguna que otra restauración. Y llegó la alternativa desde el taller de Juan Abascal Fuentes (1922-2003), un escultor e imaginero refinado y culto -era licenciado en Derecho y ejerció durante años como abogado- al que la Congregación jiennense encarga tanto la fijación de los brazos del Cristo del Calvario como la hechura de un Cristo que lo sustituyera en la urna. Abascal ejecuta ambos encargos y para el segundo toma como modelo el Cristo Yacente de la hermandad sevillana del Santo Entierro, obra sin documentar pero atribuida con cierta fuerza al cordobés Juan de Mesa. El contrato, de agosto de 1965, fijaba el precio de la talla en 40.000 pesetas, aunque con una quita de 5.000 pesetas como contribución del escultor como limosna a la Congregación. A partir de ese momento, Abascal realizaría otros trabajos para Jaén, de los que hablaremos en otra ocasión. Como paso previo a la realización del nuevo Cristo Yacente de la Congregación del Santo Sepulcro, Abascal realizó un pequeño boceto en barro que conservó en su estudio de la plaza Jerónimo de Córdoba de Sevilla hasta el momento de su muerte.

Boceto del Cristo del Santo Sepulcro que Juan Abascal siempre
conservó en su estudio sevillano

sábado, 17 de febrero de 2018

Un San Juan "de libro"

La imagen de San Juan de la Cofradía de la Expiración, obra
de José María Martínez  Puertas, por la plaza de la Audiencia

Tiempo de Cuaresma (IV)
Un San Juan "de libro"

La ya mencionada caída en desgracia de casi todas las imágenes de San Juan que disponían de paso propio en la Semana Santa de Jaén se llevó también por delante al que formaba en el cortejo de la Cofradía de la Expiración junto al Cristo titular y a la Virgen de las Siete Palabras. En puridad, el San Juan de la Expiración era el más alejado de la iconografía pasionista, pues su autor, el almeriense José María Martínez Puertas (1899-1967) lo concibió llevando en la mano izquierda un libro con el que quería significar su carácter de evangelista. La imagen llegó a la Semana Santa de Jaén en 1943 y lo hizo para sustituir a otro San Juan que había sido destruido durante la guerra civil, obra del valenciano Francisco Antonio Pablo Panach, el mismo que había realizado el San Juan de la Congregación de la Vera Cruz, aquel que antes perteneció a la Cofradía de la Buena Muerte.
Martínez Puertas había llegado a Jaén en 1923, procedente de Melilla, donde trabajó como profesor en la Escuela de Artes y Oficios. Su integración en la vida jiennense le llevó a ser director del Museo Provincial de Bellas Artes, amén de colaborador con el arquitecto Berges Martínez en algunos de sus proyectos. También participó en la el pabellón que representó a Jaén en la Exposición Iberoamericana de Sevilla en 1929 y trabajó en la restauración de la iglesia del antiguo convento de Santo Domingo.
Poco después de realizar el San Juan para la Expiración, Martínez Puertas se trasladó a Granada, donde siguió con su labor docente. Murió en la capital granadina en 1967, casi dos décadas después de haber aparcado el arte de la escultura para dedicarse al de la pintura.

José María Martínez Puertas (1899-1967)





viernes, 16 de febrero de 2018

El año que Jaén no tuvo Lunes Santo

Detalle del Cristo de las Misericordias en 1978.
Pueden apreciarse los importantes deterioros que sufría la talla

Tiempo de Cuaresma (III)
El año que no hubo Lunes Santo

Fue en 1978, hace ahora cuarenta años, y no fue precisamente porque la lluvia obligara a que la Cofradía de los Estudiantes, la única que por entonces salía ese día, tuviera que quedarse en su iglesia, en aquel momento la de Belén y San Roque. La razón fue otra muy distinta y tenía mucho que ver con el estado en que se encontraba la soberbia imagen del Cristo de las Misericordias y la falta de recursos económicos de la cofradía, porque aunque ahora todo es de color de rosa, hace cuatro décadas eran pocas las cofradías que sobrevivían sin ayuda de una suerte de particulares que paliaban la falta de medios y de cofrades.
El año anterior, la lluvia había caído con inclemencia sobre la cofradía a mitad del itinerario procesional y aunque al final se alteró para recortarlo, el daño ya estaba hecho. A eso se sumaba la circunstancia de que durante todo el año el Cristo no estaba colocado en Santa Clara en el mejor de los sitios, sino en una pared cercana la que hoy es su capilla, desde la que la humedad iba haciendo silenciosa mella tanto en la policromía como en el soporte.
El resultado de la suma de ambas cosas fue un avance tan preocupante en el deterioro de la talla que la junta de gobierno, en una decisión que le honró, pese a lo que significaba, acordó suspender aquel año la salida procesional, a la espera de la inminente y necesaria restauración de la imagen, trabajo que se llevó a cabo unos meses más tarde en el taller cordobés de Miguel Arjona Navarro. Sería esta la segunda restauración conocida de la imagen, tras la que llevó a cabo en el mismo Monasterio de Santa clara el también cordobés Juan Martínez Cerrillo, autor de la Virgen de las Lágrimas, en febrero de 1948, hace ahora setenta años. Por aquel trabajo cobró 700 pesetas.

Información del diario Ideal alusiva a la restauración del
Santísimo Cristo de las Misericordias

jueves, 15 de febrero de 2018

San Juan cae en desgracia

La imagen de San Juan Evangelista de Francisco Antonio Pablo
Panach, por la plaza  de la Audiencia cuando aún formaba parte
del cortejo de la Buena Muerte

Tiempo de Cuaresma (II)
San Juan cae en desgracia

Las transformaciones sufridas en Jaén por los cortejos procesionales durante las últimas décadas han dejado tras sus pasos algunos daños colaterales y más de un damnificado. Entre estos últimos se encuentra San Juan Evangelista, antiguo integrante de más de una procesión que, en el sesenta por ciento de los casos, ha acabado en un altar, ajeno a cualquier celebración pasionista. Cada uno tiene su historia, que iremos desgranando, pero si alguno destaca entre los demás por esta causa es el que tiene por titular la Congregación de la Vera Cruz, ya que ha sido relegado al ostracismo por dos cofradías, no sólo por una.
Resulta que el San Juan en cuestión, obra de finales de los años veinte del pasado siglo realizada por el valenciano Francisco Antonio Pablo Panach (1877-1948), fue inicialmente adquirido por la Hermandad de la Buena Muerte, en cuyo cortejo se mantuvo durante algunas décadas. Sin embargo, el santo acabó siendo "traspasado" a la congregación de la Vera Cruz, que lo adoptó como nuevo titular, con paso y sección propia. Antes de ésto, la Congregación o mandó de viaje a Sevilla para que fuera restaurado y repolicromado, trabajo que realizó en 1962 el afamado imaginero onubense Sebastián Santos Rojas (1895-1970), autor de importantes imágenes para la Semana Santa de Sevilla y uno de los mejores policromadores de su momento profesional. Así, San Juan regresó a Sevilla encarnado por un verdadero maestro, aunque de poco le valió: cuando las cofradías comenzaron a reducir el número de pasos, unas por estética y oras por necesidad, este San Juan fue uno de los primeros en perder su lugar en la Semana Santa de Jaén.

San Juan Evangelista (Foto Roselló)


miércoles, 14 de febrero de 2018

La Virgen de las Lágrimas de Jaén cumple 70 años

Primera fotografía de la Virgen de las Lágrimas, obra de Jaime Roselló.
Impresa como estampa, sirvió para ilustrar la portada del número 49
de la revista Paisaje, en marzo de 1948

Tiempo de Cuaresma (I)
La Virgen de las Lágrimas cumple 70 años

El 22 de marzo de 1948, hace ahora siete décadas, las puertas del Real Monasterio de Santa Clara de Jaén se abrían de nuevo para que desde allí iniciara su itinerario procesional la Cofradía de los Estudiantes. Era la segunda vez que lo hacían para que por ellas saliera la recién fundada corporación de Lunes Santo, pero al mismo tiempo era el día en que los jiennenses podían disfrutar por primera vez del nuevo rostro de la Virgen de las Lágrimas. Y no porque no lo hubieran hecho el año anterior, sino porque ese 22 de marzo la que sorprendía con su presencia por las calles de Jaén no era la misma talla que lo había hecho el 31 de marzo -prestada a la cofradía con tal motivo-, sino la que a partir de entonces sería la imagen mariana titular de cofradía, llegada a Jaén poco antes, tras ser adquirida a su autor, el cordobés Juan Martínez Cerrillo (1910-1989).
La talla había sido realizada en Córdoba entre 1936 y 1939 y en aquella ciudad llegó a ser titular de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Calvario, bajo la advocación de Nuestra Señora del Mayor Dolor y Esperanza, cuya bendición fue llevada a cabo el 11 de febrero de 1940 en la parroquia de San Lorenzo. Sin embargo, pese al gran fervor que despertó, cuestiones ajenas al aspecto cultual acabaron por devolverla al taller de su autor, donde fue adquirida el 5 de octubre de 1947 por la Cofradía de los Estudiantes de Jaén, representada en aquel acto por Pedro Villar Prats y Rafael Ortega Sagrista. Costó tres mil pesetas, de las que en el momento de retirarla se abonaron mil quinientas. El resto fue pagado a plazos de quinientas pesetas en diciembre, de 1947 y febrero y marzo de 1948.
Llegada a Jaén, la imagen provocó tal admiración que poco tardó en ser portada del número 49 de la revista Paisaje, apenas unos días antes de que por primera vez saliera en procesión desde el Real Monasterio de Santa Clara.
Desde allí lo hizo en 22 de marzo como Nuestra Señora de las Lágrimas. Todo era prestado: el paso, los candelabros, la ropa, el manto, la corona... Y las dificultades no eran pocas, pues la pequeña puerta de Santa Clara obligaba a sacar a la imagen en una especie de andas que luego se incorporaban al paso, ya en la calle.
Todo era ilusión, una ilusión mantenida y acrecentada día a día, que empezó justo hace ahora setenta años.

Nuestra Señora de las Lágrimas, ya en el paso, dispuesta para su primera
salida procesional, el 22 de marzo de 1948




viernes, 2 de febrero de 2018

Un monumento inquieto



Había un dicho en Jaén que resumía de manera contundente la tozudez de alguien: "Tienes más cabeza que Bernardo López". La frase debió ser acuñada a partir de 1904, cuando la Ciudad erigió un monumento en bronce al poeta que cantó la gesta del Dos de Mayo. Se trataba de un busto realizado por el escultor jiennense Jacinto Higueras Fuentes, que inicialmente fue colocado en la fachada trasera de la Catedral, junto a la Cripta, debajo de la conocida "mona", como se aprecia en la imagen inferior. Pero como en Jaén pocas cosas permanecen, el busto pasó de ahí a la plaza de los Jardinillos, en su extremo más próximo al convento de San Antonio, ubicación que recoge la primera imagen. No contentos los munícipes del momento, el pobre busto fue más tarde recolocado en la Alameda, cuando algún visionario tuvo la "feliz" idea de convertir aquel jardín en una suerte de museo de estatuas y mandó para allá también la de Bernabé Soriano y la de Almendros Aguilar, hoy felizmente devueltas al lugar que les corresponde. La una al pie de la calle de su nombre y la otra en la plaza donde siempre estuvo, ante la iglesia de San Juan. Bernardo López también participó en esa nueva diáspora y otra vez cambió de ubicación. En esta ocasión para regresar a los Jardinillos, cerca de donde estuvo años atrás. El tiempo dirá si ese será su emplazamiento definitivo...

P.S. Texto y fotos recuperados del blog arcodesanlorenzo ante la imposibilidad de añadirle nuevos contenidos

De capataz a capataz

Algunos, bastantes, de mis años cofrades jiennenses los he dedicado a la función de fabricano, lo que en el resto de Andalucía hubiera si...