domingo, 18 de febrero de 2018

Aires de Sevilla en Jaén

Juan Abascal, junto al nuevo Cristo del Santo Sepulcro, entregado en 1966

Tiempo de Cuaresma (V)
Aires de Sevilla en Jaén

En 1965, la Congregación del Santo Sepulcro decidió acabar con el sistema de brazos articulados de su Crucificado titular y optó por dejarlos fijos para siempre. El problema que se planteaba era que de esa manera no había forma de colocar al Cristo en la urna del Santo Sepulcro para representar ese pasaje de la Pasión. La alternativa llegó desde Sevilla, ciudad con la que por entonces había algunos escarceos artísticos tales como la construcción y el dorado de nuevos pasos y alguna que otra restauración. Y llegó la alternativa desde el taller de Juan Abascal Fuentes (1922-2003), un escultor e imaginero refinado y culto -era licenciado en Derecho y ejerció durante años como abogado- al que la Congregación jiennense encarga tanto la fijación de los brazos del Cristo del Calvario como la hechura de un Cristo que lo sustituyera en la urna. Abascal ejecuta ambos encargos y para el segundo toma como modelo el Cristo Yacente de la hermandad sevillana del Santo Entierro, obra sin documentar pero atribuida con cierta fuerza al cordobés Juan de Mesa. El contrato, de agosto de 1965, fijaba el precio de la talla en 40.000 pesetas, aunque con una quita de 5.000 pesetas como contribución del escultor como limosna a la Congregación. A partir de ese momento, Abascal realizaría otros trabajos para Jaén, de los que hablaremos en otra ocasión. Como paso previo a la realización del nuevo Cristo Yacente de la Congregación del Santo Sepulcro, Abascal realizó un pequeño boceto en barro que conservó en su estudio de la plaza Jerónimo de Córdoba de Sevilla hasta el momento de su muerte.

Boceto del Cristo del Santo Sepulcro que Juan Abascal siempre
conservó en su estudio sevillano

1 comentario:

  1. Una contribución de una imaginería, la sevillana, que ha enriquecido la nuestra pero que la ha desvirtuado en demasiada ocasiones haciendo que entre la imitación a ésta ya la malagueña se olvide la idiosincrasia propia de nuestra Semana Santa

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