miércoles, 28 de febrero de 2018

La pierna yacente de Unguetti


Tiempo de Cuaresma (XV)
La pierna yacente de Unguetti

A finales de la década de los años cincuenta del pasado siglo, en 1959, la Cofradía de la Soledad acordó la hechura de una imagen de Cristo Yacente con la que mantener la tradición cultual que tuvo desde sus inicios. La nueva talla, "sugerida" por el obispo Romero Mengíbar,  le fue encargada a Constantino Unguetti Alamo (1923-2015), un escultor natural de Castellar que había desarrollado prácticamente toda su vida profesional en Jaén, donde llegó a ser, entre otras cosas, restaurador del Museo Provincial de Bellas Artes y posteriormente responsable del Museo de Arte y Costumbres Populares, de cuya organización se hizo cargo desde el primer momento.
El nombre de Unguetti (Unghetti, según grafía más moderna) sonaba ya dentro del mundo cofrade jiennense, pues había restaurado el Cristo de la Humildad y reformado la imagen de Jesús Resucitado, de ahí que la Cofradía de la Soledad le hiciera el encargo del nuevo Yacente que debía alternar en su salida procesional con el de la Hermandad del Santo Sepulcro, según la concordia firmada de antiguo entre ambas.
Constantino, que también restauró más tarde la imagen de Nuestro Padre Jesús, trabajo del que me permitió ser testigo, y las del Cirineo, San Juan y la Verónica, se puso manos a la obra y buscó su inspiración en el Yacente de Gregorio Fernández. Él mismo diría: "He pretendido hacer una imagen de Cristo Yacente ajustándome en todo a lo tradicional de nuestra imaginería española y poniendo en mi obra toda mi alma de cristiano".
La verdad es que Constantino Unguetti puso en el Cristo Yacente algo más que su alma, ya que, según gustaba confesar, el modelado de la imagen se le resistió en algunos aspectos. Tal ocurrió con las piernas, cuyo modelado no acababa de lograr. Y en busca de una solución para el problema, el artista optó por sacar un molde de una de sus piernas para hacer el correspondiente vaciado y trasladarlo luego a la madera. Con su entrañable humor, él siempre contaba que, al poner en práctica aquella idea, no tuvo en cuenta que debía ponerse algún tipo de aceite en la pierna antes de aplicar el yeso, con lo que, además del molde buscado, lo que consiguió fue una inesperada depilación de la que nunca se olvidó.
Terminada la obra, Francisco Cerezo Moreno se encargó de aplicar la policromía. El resultado fue un Cristo Yacente en el que destaca al movimiento de la mano derecha, caída sobre el sudario, y la expresión de su rostro, en el que Unguetti decía que quiso representar "el momento de soledad que sufre Cristo, en el que no tuvo una mano piadosa que terminara de cerrar los ojos para que dulcificara su expresión de dolor".

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