lunes, 19 de febrero de 2018

El Cristo de las Misericordias, en Jueves Santo

Junto al Cristo de las Misericordias componían el calvario una Dolorosa
que más tarde fue titular de la Cofradía de la Expiración y un San Juan
de Baeza que acabaría en el paso de la Virgen del Mayor Dolor
Tiempo de Cuaresma (VI)
El Cristo de las Misericordias sale en Jueves Santo

La destrucción de prácticamente toda su imaginería durante la guerra civil obligó a la Congregación de la Vera Cruz a improvisar varios años consecutivos un paso en el que figurara Cristo crucificado, al menos hasta que pudiera disponer de nuevos titulares que sustituyeran a los destruidos. 
En uno de aquellos pasos de aluvión figuró en 1941 el Cristo de las Misericordias, que poco más tarde se convertiría en titular de la Cofradía de los Estudiantes. 
Dicen las crónicas que esa procesión de Jueves Santo y la contemplación de tan soberbio Cristo fue el chispazo que animó a un grupo de estudiantes a idear la fundación de una nueva cofradía, cosa que se materializó cinco años más tarde. 
Que el Cristo de las Misericordias causó sensación no es un secreto, pues hasta que fue expoliada durante la guerra civil y trasladada a Cataluña, la imagen permaneció durante siglos en el coro alto del Real Monasterio de Santa Clara, oculta a la vista general. 
El retorno del Cristo a Jaén ese mismo año de 1941 causó el lógico revuelo y tanto fue utilizado para unas misiones diocesanas como para participar aquel Jueves Santo como improvisado "Cristo de la Vera Cruz" en un calvario que también estaba compuesto por una Dolorosa venerada en el convento de San Clemente, más tarde propiedad de Rafael Ortega Sagrista y durante unos años titular de la Cofradía de la Expiración como Virgen de las Siete Palabras, y un San Juan prestado por la iglesia de San Pablo de Baeza, que acabaría acompañando en su paso a la Virgen del Mayor Dolor, de la Cofradía de la Clemencia.
Precisamente el Cristo de la Clemencia sería el utilizado por la Vera Cruz en 1942 para formar el improvisado calvario, una iniciativa que había comenzado en 1940 con el actual Cristo de la Humildad, por entonces venerado en el convento de San Clemente.

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