viernes, 9 de marzo de 2018

La historia interminable de una Magdalena itinerante



La Magdalena, en su paso por las calles de Jaén tras salir de Santa Clara

Tiempo de Cuaresma (XXIV)
La historia interminable de una Magdalena itinerante

En plena euforia por la extraordinaria acogida que le había brindado la ciudad de Jaén tras su incorporación a la Semana Santa, la Cofradía de los Estudiantes no sólo puso en marcha el encargo de nuevos enseres que sustituyeran a los que, en sus primeros tiempos, le prestaban otras cofradías, sino que se lanzó a incrementar también el número de pasos de los dos iniciales a tres. Para ello recurrió a una imagen de María Magdalena propiedad de la Cofradía del Santo Sepulcro que por entonces estaba en la iglesia del Monasterio de Santa Clara, al igual que otros elementos artísticos allí depositados mientras se mantuviera el deficiente estado de la iglesia de San Juan.
El Cristo de las Misericordias, Nuestra  Señora
de las Lágrimas y María Magdalena, en el altar
de la Cofradía en Santa Clara
La imagen, de los años veinte del pasado siglo, había sido utilizada previamente por la Cofradía, a título de préstamo, para formal altar junto al Cristo de las Misericordias y Nuestra Señora de las Lágrimas, y algo debió quedar de aquella idea en la retina de los fabricanos porque poco después decidían pedirla prestada no ya para un culto, sino para que se incorporara a la cofradía como "cabeza de procesión", para lo que se utilizaría un paso prestado por la Cofradía de la Expiración.
La respuesta afirmativa de la Congregación del Santo Sepulcro abrió un nuevo capítulo en la historia de la Cofradía de los Estudiantes, que mantuvieron la imagen como una especie de tercera titular apócrifa, porque nunca figuró en los estatutos, y todo ello con etapas de amor y desamor que alternaban las salidas procesionales con otros momentos en que nadie se acordaba de ella. Así siguió hasta 1981, año en que le fue devuelta a la Cofradía del Santo Sepulcro coincidiendo con el traslado, un año antes, de la Cofradía de los Estudiantes desde la iglesia de Belén y San Roque a la Merced.
Para entonces, la Magdalena ya llevaba algunos años "en dique seco", arrastrada más por los momentos de paupérrima economía de la Cofradía de los Estudiantes que por la crisis de los costaleros, pues mientras estuvo en Belén y San Roque hizo sus salidas procesionales en un trono con ruedas que, en su última época, prestaba la Cofradía de la Divina Pastora.
Con todo, la Magdalena también tuvo su momento de cierta importancia en la organización procesional de la Cofradía de los Estudiantes, cuya Junta de Gobierno llegó a idear un traje de estatutos propio, de túnica blanca y caperuz y cíngulo dorados. Poco a poco, aquellas túnicas fueron desapareciendo (la gente no las devolvía tras la Semana Santa) y sólo quedaron las justas para acompañar a alguna de las insignias del cortejo procesional, incluso a la Cruz de Guía, sin que aquello pegara demasiado.
Junto con la Magdalena, aquellas túnicas singulares también acabaron por desaparecer del cortejo de los Estudiantes a mediados de los años setenta del siglo pasado.

© José L. García
El paso de la Magdalena sale de Santa Clara con mil dificultades.
Al fondo se aprecia el paso  del Cristo de las Misericordias y
los toldos que los guardaban de la lluvia





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